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I.
La sintaxis, la herencia, variaciones del
tiempo... ¿Se hereda la estructura mental de lo escuchado? ¿Hacia dónde, pues,
trazar la fuga?
II.
Y en el origen qué fue: ¿el verbo o el
nombre? El primero hizo al segundo y éste para afirmarse empleó un
procedimiento negativo: si "no planta", si "no perro", si
"no ojo"...; expectativa hasta que el adverbio "sí" pudo
ser enunciado. Después el resto de partículas: "antes",
"hasta", "no obstante", "todavía". Repetición
tras repetición para ir creando oraciones: llanura...
III.
...en la que tenderse a balbucir. La
cortesía verbal o dejar que me comprendan. No condenaré, pero tendré que
hablar, y tras la voz y mis gestos el juicio ajeno. Brújulas, miradas que
repercuten en círculos ascendentes. Te aíslas o cedes, te retraes y letras que
te defiendan. No hay tensión más continua que los otros.
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Marta Agudo, 28010 (Ed. Calambur, 2011)
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La identidad verbalizada, por Javier Lotsalé
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Marta
Agudo (Madrid, 1971), filóloga, antóloga y ensayista,
reconocida por su lucidez a la hora de desentrañar la naturaleza del poema en
prosa, como lo demuestra la antología preparada en colaboración con Carlos
Jiménez Arribas, Campo abierto, publicada por DVD en 2005, se dio a conocer
como poeta con el libro Fragmento, aparecido el año anterior en la editorial
Celya, caracterizado por su fragmentariedad y por su brevedad, rasgos propios
de la “poesía del silencio”, como muy bien señala Eduardo Moga en Poesía
Pasión. Doce jóvenes poetas españoles (Libros del Innombrable, 2004), que
incluye a Marta Agudo al lado de Julieta Valero, Marcos Canteli, Rafael-José
Díaz, Antonio Lucas o Pablo García Casado, por citar algunos nombres. Poetas
todos, como nuestra autora, que buscan la máxima tensión del lenguaje, la
síntesis mayor, la autonomía del poema, una potente carga simbólica, la ruptura
sintáctica y la elipsis; notas señaladas igualmente por Moga. Fiel a la
búsqueda del sentido de lo absoluto dentro del poema, Marta Agudo ha publicado
en Calambur su segundo libro: 28010, código postal de la autora perteneciente a
los alrededores de la plaza madrileña de Olavide donde ella tiene su casa,
centro existencial y refugio entre tanta quebradura, dolor y turbulencia entraña
de la vida. Un dato real para que el lector tenga siempre una toma de tierra en
el acompañamiento a la poeta en su itinerario hacia la construcción de su ser,
mediante cuarenta y cuatro poemas en prosa divididos en cuatro secciones
articuladas por el lenguaje (“Fonética y Sintaxis”), el espacio (“Geografía”) y
el tiempo (“Secuencia”). Se trata de un intento radical y desgarrado de la
exploración y el alumbramiento de una identidad en el seno del propio poema,
mediante un lenguaje habitable hasta en esos “espacios agujereados, cráteres
vacíos creados por las palabras”, como diría José Ángel Valente, y en el que lo
no dicho se escucha más que lo dicho. En la primera parte de 28010, “Fonética”,
la pronunciación del ser se mueve dentro de un estado todavía basal, anterior
al tiempo, sin memoria por tanto, donde se fragua la conciencia y se busca un
lenguaje propio: “Habré de callarme para recomenzar, frotarme las manos para
que desaparezcan las huellas dactilares y, en la explanada abierta de la palma,
poder sembrar las vocales de un lenguaje propio”. La “Sintaxis” cruza después
la frontera del yo y a través del sentido gramatical completo se produce la
relación con los otros, y lo que esto significa de tensión, incomunicación,
desconcierto, desajuste entre lo que somos y las reglas sociales, dulcificado
por la presencia de la casa. Posteriormente se produce la confluencia del mundo
y el yo, la “Geografía”, donde fracasa la buscada interrelación vascular entre
los espacios interior y exterior y se pretende acordar la vida a un orden sin
radiaciones, así como se intenta también desandar el camino y, desnudos de
compromisos, lograr una relación armónica con la realidad, especialmente con la
Naturaleza. Finalmente, en esa ascensión hacia la plena identidad la “Secuencia”
o el tiempo, que fractura la lengua, impide la certeza y desliza los rostros de
la ausencia y de la muerte. Poesía esencial, todo transcurre en 28010 con una
energía interior que transforma lo más débil en fortaleza y cuanto nombra en un
canto al ser. Todo es categoría, hasta lo más concreto. Por eso nos fecunda en
el límite.
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(extractado del blog de Editorial Calambur, acá)